Cómo pueden los países desarrollados recuperar parte de su lustre industrial y, de paso, crear empleos para jóvenes que resistan las recesiones? Cuando crece demanda de productos personalizados, ofrecidos como servicio y con carácter local, tecnologías como las impresoras 3D prometen rentabilizar las pequeñas tiradas y, de paso, devolver el protagonismo a los talleres de artesanos urbanos.
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